La poesía en el mundo musulmán es muy apreciada, y en al-Ándalus muy cultivada. Es poesía en lengua árabe y se dedica, fundamentalmente, a la alabanza de los poderosos y la vida palaciega.
Durante el periodo califal los poetas se concentran en Córdoba, como el resto de la cultura. Destacan poetas como Ibn Hazm autor de El collar de la paloma. Era una poesía cantada y fácilmente musicalizada, según la tradición persa. Cantan a la vida y al amor.
Durante los reinos de taifas los poetas abundaron mucho, ya que en todas las taifas quisieron tener poetas como los de Córdoba. Muchos de ellos fueron poetas itinerantes, aduladores de reyes y nobles. Los temas no cambian, hagiografías, la vida de palacio y el amor. Fueron tan apreciados que en los palacios siempre hubo habitaciones para ellos. Destacan poetas como Ben Zaydún, Abú Bakr, Ben Vahbún, y mujeres libres como Hafsa Bint, Hamda Bint o Muya Bint.
En el período almorávide el género estaba en decadencia y los poetas escasean. Aparecen, entonces, colecciones y recopilaciones de poetas anteriores. Destacan Abd al-Gafur y Ben al-Faz.
En el periodo almohade se recupera el género, pese al integrismo de la secta. Los poetas fueron personas al servicio de las cortes, como Averroes y Avenzoar. Los temas vuelven a ser el amor y la vida palaciega. Destacaron Ben al-Abar, como antologista, y al-Mugrib que escribió El libro de las banderas de los campeones.
El periodo nazarí fue también esplendoroso. Se mantuvieron los temas, aunque se prestó atención a los hechos históricos, a la sensación del fin del islam en la península, y destacaron Ben Zamrak, Ben Furkún y Abdelá, entre otros.
La prosa fue, ante todo, el vehículo del pensamiento religioso, místico, filosófico y científico. Apenas hubo literatura, aparte de los cuentos, ya que esta estaba reservada para la poesía.
Ben Zaydún cultivó, durante la época de las taifas, la prosa artística, y también se escribió poesía con estructura de prosa: las risalas y las maqamas.